LOS INSOSPECHADOS PARADEROS DE LOS LIBROS

LOS REMANSOS DEL LECTOR


La importancia de leer libros no consiste, necesariamente, en hacerlo desde la página 1 hasta la línea final. La buena lectura requiere también de otras habilidades, más allá del uso común y corriente. Cualquier hambre de lector, por mediana que sea, con un poco de constancia y disciplina, impulsará a terminar un libro.

En cambio, un lector curioso y atento, con oficio, además de tener el gusto por devorar obras desde el prólogo hasta el punto final, también se fascina al hurgar entre las páginas de libros en turno, que tal vez nunca se lean completos, de acuerdo al apetito o a los humores del día; los somete a cierto manoseo, los toquetea visualmente entre sus líneas, se interna en las frondosidades de sus páginas, como en un bosque que se camina por senderos aún no trazados con los riesgos que implica tirarse a la aventura. Lo peor que puede sucedernos es que nos extraviemos en la historia ¿qué más? Pero si se tiene el tesón necesario podremos continuar esa lectura aunque aparentemente no nos lleve a ningún lado, hasta que demos con un paraje oculto en el que valdrá la pena detenerse a reflexionar el tiempo que nos dé la gana.

Esta astucia de lector la ejerció con genialidad nuestro muy admirado escritor Ricardo Garibay. Por ello esta sección será una especie de tributo a quien hiciera de la lectura toda una gratísima experiencia. En su libro Paraderos Literarios, el maestro Garibay reunió textos en los que nos comparte una selecta variedad de algo que pudiera parecerse al diario de lecturas de un escritor. Nos cuenta, con ese estilo llano, enérgico y generoso, encuentros, anécdotas, parrafadas que le han dejado huella, pero sobre todo, impresiones provocadas por autores como Alvaro Cunqueiro, Lord Dunsany, Arthur Machen, Isak Dinesen, Shusaku Endo, por mencionar algunos de los muchos que se incluyen, y que fue descubriendo y releyendo en cierto periodo, ya en edad, de su inacabable y predatoria vida de lector.

Ricardo Garibay imaginaba la lectura llena de caminos; caminos de la literatura en los que “hay lugares rústicos donde el caminante se detiene para tomar un poco de sombra y frescura y un vaso de bon vino” tan benéficos para el repaso y la reflexión. Esas “repentinas aristas de lucidez que las páginas abren para contemplar la vida.” Veamos a continuación un paradero que comenta con inobjetable sencillez:

“Aaron Appelfeld es rumano y nace en 1932, y en el mismo tomo ofrece la historia de un tosco obrero y una niña a la que debe aceptar como bagazo de guerra. Ella crece sensible y tonta entre ovillos de lana enamorada. Él le dice que basta, se va; ella es una carga y debe aceptar el hospicio, porque ambos viven pobres como ratas. Entonces la niña llora en silencio y sin término. Y en una línea cualquiera aparece la frase:

"No era ella quien lloraba. Algún animal dormido lloraba dentro de ella.”

Si el lector no ve en la segunda frase la entraña más antigua y más íntima del dolor, estamos él y yo perdiendo el tiempo.”

Así un ejemplo claro de lo que para Garibay era un paradero literario, hallado por la astucia de un gran lector que merodea entre libros incansablemente, entre líneas, por aquí y por allá. Nos muestra pues un breve detenimiento en un par de oraciones que aparentemente le asaltaron de manera repentina. Léase de nuevo la cita. Para muchos puede ser una manera ingeniosa de decir que la niña lloraba con dolor. Pero como nos muestra, la frase va mucho más allá, pues nos remite a una esencia que nos incumbe a todos como humanos. Todos hemos sentido dolor, pero, como pensaba nuestro autor, el dolor por sí es un mal “absolutamente intrascendente”. Lo trascendente será la reflexión que cada uno haga de esto.

Bajo esta tutela, escuela, legado, o cobijo, quizás arbitrario por nuestra parte, si se quiere ver así, pero sin otro afán más que el de compartir, nos proponemos, como un pequeño homenaje a Ricardo Garibay, retomar, de cierta manera, esa idea de detenernos en eso que llamaremos Los remansos del lector. Que no serán más que una forma de martajar esas frases extraídas de lecturas varias que consideramos, en nuestro muy humilde punto de vista, pueden ser importantes para apreciar la existencia humana desde otras perspectivas que nos ofrezcan diferentes autores con un cierto valor universal. O simplemente, nos comentaremos los descubrimientos de algo bello u horrendo de la vida que para nosotros era ignorado. Sólo queremos hacer la invitación a pasar un grato momento literario y a contagiarlos para vivir la lectura en otra de sus tantas posibilidades. Que se tenga muy claro que nuestra única pretensión será volvernos mejores lectores. No más.

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JOSE EMILIO PACHECO PREMIO CERVANTES 2009